Monday, September 12, 2011

Detenerse en la cresta

Hace algunos días, varios ya, que estoy cansado, muy cansado. Más mental que fisicamente. Cansado de estar metido en la rutina, de dejar que el tiempo me lleve en vez de yo llevar al tiempo, de dejar que los números canten el destino, en vez de darle un destino a los números. No es que no me guste lo que hago, y de hecho es todo lo contrario. Disfruto de ir a laburar, de ir a la facultad, de entrenar, de nadar, de jugar basquet, y de todas las cositas que conforman mi día a día. Pero sí siento que no hay un momento en el que no este haciendo algo. Inclusive cuando estoy haciendo nada, siento que esa nada es algo y quizá, en algún punto filosófico, es verdad, ya que la no acción es una forma de acción.

Dentro de este sin fin de situaciones que se van dando, se estan generando (es seguro que las estoy generando en gran parte) muchas situaciones muy buenas, nuevos desafios, cosas interesantes que suman a lo que quiero, a lo que me gusta y a lo que disfruto. Y esto, por una razón lógica, me cansa aún más. Es un cansancio que disfruto, por el placer que da hacer lo que queres, cumplir lo que tenias en mente. Lo que cambia es que, este placer se mezcla con la sensación de que no llego a recuperarme.

Entonces, una vez que estan tan metido en esa rutina que no te das cuenta de donde estas, en el momento en que todo lleva a más cosas que hacer y cuando tenes el cerebro divido en 4 pedazos que piensan en 4 idiomas diferentes al mismo tiempo, es ahi donde de golpe, una ola te tapa. Bueno, al menos así me sentí yo. Y fue cuando decidí que, en vez de dejarme tapar por la ola, iba a subirme en la cresta y barrenarla. Ojo, hasta llegar arriba de la ola me mojé mucho, y en algún momento, sentí que me quedaba abajo. Pero eso no me detuvo, y nadando contra la fuerza del agua, y con un poco de ayuda de esa mujer que elijo cada día y por la que agradezco al despertarme, llegué a la cresta.

Una vez en el punto más alto pude mirar todo desde otra perspectiva. Me di cuenta de que esa ola y cada una de las moléculas de agua que la componian eran una creación mía. Y que por ser una creación mía, mía también era y es, cada día, la elección de estar arriba o abajo. De ir a toda velocidad o llevarla tranquila y lenta para poder apreciar el paisaje.

Ahi es donde descubrí la verdadera razón de mi cansancio. En ese momento encontré realmente el porqué de la sensación encontrada con la idea de no recuperarme. No es nada facil controlar la ola, y eso es lo que cansa tanto. Pero la fuerza que hacemos para controlarla es recompensada con las cosas que van pasando, con todas las situaciones que tenemos la suerte de vivir y experimentar.

El cansancio es cansador y constante. Pero también lo son las alegrias y situaciones que vivo día a día, que hacen que me sienta bien conmigo, que hacen que cada día crezca y aprenda un poco más. Ya habrá tiempo para descansar, o mejor aún, ya me haré tiempo para descansar. Por ahora quiero seguir en la ola. Quiero estar mirando todo desde arriba, sin importar lo mojado y cansado que estoy. Que cuando descanse voy a poder recordar todas estas cosas y descansar tranquilo, con el verdadero sabor de lo cumplido.